Ya a finales de noviembre, cuando los días de otoño se hacen más cortos, empezamos a hacer el balance del año que está a punto de terminar y durante el cual, de nuevo, no pudimos inscribirnos en ese curso, ordenar ese armario o ir al gimnasio regularmente.
El final de cada año marca un hito, lo que superaremos a pesar de nuestros objetivos incumplidos, saludando con una cierta euforia el inicio de un nuevo año que trae consigo la promesa de renovación y revancha sobre nuestra debilidad.
Sin duda, hacia la mitad de enero, llega puntualmente la desilusión: estamos ya inventando excusas para postergar la ejecución de los buenos propósitos. De hecho, estamos renunciando a ser la versión de nosotros mismos que queríamos conseguir.
¿Cómo se pone en marcha un año? ¿Cómo se pasa del propósito a la acción? ¿Cómo puede uno plantearse metas deseables y viables?
Bueno, este año no te pongas objetivos, sino preguntas:
1) ¿En que gasté tiempo y energías?
Para empezar, revisa el año recién pasado y fíjate: ¿Reflejan las actividades en qué te has gastado la mayor parte de tu tiempo lo que más te importa?
Muchas veces invertimos horas preciosas en diversiones que nos brindan gratificación inmediata, pero que nos desvían de propósitos más satisfactorios, aunque más laboriosos.
Así que: ¡reordena las ideas, escribe qué proyectos dejarás de lado y saborea el tiempo que has recuperado, sin asustarte y ceder al impulso de llenarlo pronto!
2) ¿Qué es lo que he logrado?
¡Este es un paso importante! Evalúa proyectos y actividades que has llevado a cabo y que se están desarrollando, contempla las etapas a las que has llegado y aprecia lo que te ha salido bien. Siéntete agradecido por haber otorgado valor en ámbitos que son importantes para ti. De esta manera lograrás ponerte metas que nutren tu espíritu y te hacen sentir útil e inspirado.
3) ¿Cuáles talentos quiero desarrollar?
Cuando averigües aquello que tiene valor para ti, podrás descubrir cómo poner unos de tus talentos al servicio de un objetivo más elevado.
¿Cuáles de las cosas que sabes hacer puede ser más útil en el ámbito que te interesa? ¡Sé selectivo! De esta manera podrás tener la doble gratificación de haber, por un lado contribuido a esfuerzos que realmente te importan, y por otro lado haber refinado tus habilidades.
En suma, podrás alcanzar los objetivos que te has planteado cuando dejes de desmenuzar tu tiempo útil en actividades que no te enganchan, sólo por el placer de haberlas borrado de la lista de cosas que hacer, y empieces a crear espacios de tiempo amplios lo suficiente como para contener hábitos nuevos y más gratificantes.
¡Pues, te invito a intentarlo y te deseo un feliz año!